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¡Gran Camino de Santiago!

  • Natividad Ruiz. FMA.
  • 1 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR


El diez de agosto 18 animadores del centro juvenil MAIN y nuestra coordinadora de Pastoral, partimos hacia Sarria para realizar el camino de Santiago. A pesar de prepararnos algo durante el curso, no éramos del todo conscientes de lo que allí nos podía esperar… El camino fue lugar de encuentro con uno mismo, lugar de convivencia, de familia y sobre todo lugar de encuentro con Dios. En cada una de las cinco etapas realizadas se presentaron dificultades de diversa índole que bajo un clima de unión, esfuerzo y alegría fueron superándose.

Todo comenzó, como no podía ser de otra forma, entorno a María auxiliadora, eran las 00.00 del día 10 cuando con una oración frente a Ella nos encomendábamos y pedíamos para que pudiéramos realizar con éxito nuestra aventura. La noche fue larga, horas de autobús que se hacían eternas entremezcladas con películas, bromas y conversaciones que amenizaban en lo posible el viaje, al bajarnos del bus, tras toda la noche de viaje nos esperaba Sarria, el principio de nuestro camino. Fue en esta ciudad donde nos preparamos, no físicamente, sino de corazón para comenzar al día siguiente, los nervios nos comían y todos estábamos ansiosos por comenzar. Esa noche antes de acostarnos tuvimos la celebración de envío, fueron varios los símbolos y elementos que se nos entregaron y que nos acompañarían durante nuestro camino: la acreditación, la flecha, la concha, la piedra…

Y así fue, al día siguiente cuando el reloj marcaba las 6 de la mañana nos despertamos y pusimos rumbo a Portomarín, paisajes inolvidables se sucederían durante los más de 20 kilómetros de etapa y unas horas más tarde, lo conseguimos, sacamos fuera los nervios y habíamos superado la primera prueba, una vez cruzamos el río Miño nos esperaba Portomarín recibiéndonos con unas escaleras que supusieron el último esfuerzo del día. Las tardes no lo eran solo de descanso, en todas ellas estaba presente nuestro momento con Dios, al igual que cuando caminábamos Él estaba presente en el descanso. Volvimos a repetir la rutina que nos acompañaría durante la semana e iniciábamos con el alba nuestro camino hacia la siguiente meta, Palas de Rei, etapa dura que entre peregrinos que se mezclaban con nuestro grupo nos hizo recordar que era nuestro segundo día, que el cansancio era notable pero que a cada kilómetro que recorríamos nos hacía ver más cerca el final. Las tardes tenían hueco para la eucaristía, para recibir la bendición del peregrino y para reflexionar mucho, en soledad o en grupo, de forma constructiva y gratificante. La tercera etapa llego, y lo hizo con una compañera molesta que dificultó enormemente el día, nos enfrentábamos a 28 kilómetros bajo una lluvia incontestable que no nos dio ni un segundo de tregua, solo fue en Melide donde encontramos ese refugio cuando el incansable equipo cero nos acogió para que pudiéramos tener unos minutos de descanso y sobre todo para darnos esos ánimos que todos y tanto necesitábamos. Y logramos vencer esas dificultades, esas y todas las que ese día pudieron presentarse y llegar a Arzúa. Esa etapa fue el punto de inflexión, una vez superada esa podríamos realizar todo lo que viniera. Abandonamos Arzúa dirección O Pedrouzo, era una etapa de transición que escondía tras de sí una belleza sublime de paisajes y gentes que acogedoras siempre eran probablemente más conscientes que nosotros que esto se acababa. Los ratos de oración y compartir cada vez se hacían más intensos… La tarde fue de nervios ya al día siguiente nos esperaba Santiago, el apóstol, su catedral, llegábamos al final.

La mañana del 15 de agosto cuando el reloj dio las 4:30 nos pusimos en marcha, la oscuridad era total, solo disimulada por las linternas y el sonido que nos acompañaba, era el de unos bastones cansados que sin darse cuenta se acercaban a su destino. Amaneció mientras cruzábamos un espectacular bosque de robles y los ultimo repechos de nuestro camino nos dieron lugar a llegar a monte do gozo, allí fue cuando tomamos consciencia de que estábamos allí, habíamos llegado. Completamos los últimos kilómetros hasta llegar a la plaza del Obradoiro donde bajo las gaitas nos fundimos en un abrazo en el que se escondía un gracias inmenso entre nosotros y por supuesto a Dios.

Completamos nuestra peregrinación con la eucaristía del peregrino en la catedral, con botafumeiro incluido y con el abrazo al santo y presentando respeto ante sus restos.

Después de pasar la tarde en Santiago entre la catedral y algún paseo. A la mañana siguiente Santiago nos regaló un día de excursión y convivencia… La isla de La Toja, O Grove con paseo en catamarán y Combarro. Un día precioso que puso broche de oro a nuestro peregrinar.

El camino lo creíamos terminado pero cuando paramos a pensar vimos que no, la alfa era omega y viceversa el camino no había acabado, ahora comenzaba el camino, el final era el principio del camino, de la nueva vida que empezábamos, fuertes, muy fuertes en la fe y encontrando en nuestros compañeros de viaje, bastones y flechas que nos acompañarán para siempre.

Terminamos como empezamos en la capilla de nuestra casa dando gracias a Dios y a la Auxiliadora, junto a nuestras familias, por todo lo vivido, recibido, compartido y experimentado durante esa semana.


 
 
 

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